El poder de la danza integradora
La Danza Integradora, uno de los siete poderes de la Biodanza según Rolando Toro, activa movimientos humanos armónicos que coordinan subsistemas corporales, regulando el sistema límbico-hipotalámico para elevar la homeostasis orgánica y generar vivencias integradoras.
Desde la neurociencia, estos movimientos conscientes multiplican sinapsis neuronales y reproducen mielina, acelerando señales nerviosas hasta 100 veces más rápido, lo que optimiza la plasticidad cerebral y la integración sensorio-motora.
Efectos Neurobiológicos
Los ejercicios de integración afectiva y cenestésica estimulan la vitalidad, la sexualidad y la creatividad al actuar sobre la región límbico-hipotalámica, liberando neurotransmisores como oxitocina, serotonina y dopamina sin necesidad de sustancias externas.
La danza encarna la música, induciendo renovación biológica mediante resonancia neural y armonización simpático-parasimpática, lo que reduce el cortisol y eleva las endorfinas para un «aquí-ahora» intenso.
Mecanismos Clave
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- Plasticidad y mielinización: los movimientos armónicos potencian las conexiones sinápticas y las vainas de mielina, acelerando transmisión nerviosa y reparentaje neural profundo.
- Regulación autónoma: se integran la percepción, la inteligencia abstracta y la afectividad, transformando patrones genéticos a través de las “vivencias” que optimizan el sistema inmunológico y la homeostasis.
- Sinergia musical-motora: las danzas generan deflagración vivencial, mejorando las posibles disociaciones al sincronizar cerebro y cuerpo en plenitud existencial.
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y en C. Venus 22, Arroyo de la Miel, Benalmádena
