El Poder de la Música en Biodanza: una mirada desde la Neurociencia
El poder musical en Biodanza actúa como catalizador primordial que integra el organismo humano mediante música «orgánica» despertando las cinco líneas de vivencia: vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad y trascendencia.
Esta selección semántica activa simultáneamente el sistema límbico —amígdala, hipocampo y núcleo accumbens— y el circuito de recompensa dopaminérgico, liberando dopamina que genera placer cenestésico y motivación intrínseca mientras reduce el cortisol para promover una relajación profunda.
Tríada Música-Movimiento-Vivencia: Sincronización Neural y Ecofactores
La música orgánica «se encarna» transformando sonido en movimiento «aquí y ahora» que regula el sistema límbico-hipotalámico, neurovegetativo e inmunológico, promoviendo homeostasis y plenitud existencial.
Se sincroniza la corteza auditiva, motora, premotora y sensoriomotora, facilitando coordinación perceptual-motora que explica el impulso natural a danzar y la sincronización neuronal colectiva en grupo, potenciando la conexión social.
Neuroplasticidad y Regulación Emocional: Base de la Integración
La exposición a música orgánica induce la neuroplasticidad, aumentando materia gris en áreas auditivas/motoras y mejorando memoria cognitiva, lo que sustenta la reeducación afectiva de Biodanza al rehabilitar funciones emocionales y motoras.
Simultáneamente modula el sistema nervioso autónomo hacia el parasimpático, generando coherencia cardíaca, regulación emocional y producción de serotonina, alineándose con ecofactores que elevan calidad de vida mediante goce auténtico.
Esta integración explica cómo ritmos eufóricos activan la vitalidad vía el simpático-dopaminérgico, mientras melodías suaves fomentan la ternura mediante el parasimpático y la oxitocina implícita, creando vivencias que trascienden lo sensorial para alcanzar expansión de conciencia.
Sinergia Transformadora: De lo Biológico a lo Existencial
En Biodanza, la música orgánica no es mero estímulo, sino un agente neurobiológico donde convergen la percepción auditiva, la deflagración emocional y el movimiento integrador, potenciando los otros seis poderes.
Esta acción multifacética —dopamina para motivación, sincronización para conexión, plasticidad para cambio duradero— valida la Biodanza como sistema biocéntrico de rehabilitación existencial, donde la música despierta potenciales genéticos mediante circuitos cerebrales ancestrales.
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